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11 mar 2009



Nacieron feos
publicado: lunes, 26 de enero de 2009 Enviar a un amigo Imprimir Indice
por Martín UrrutyBUENOS AIRES -- Distinguir la belleza de un auto de carrera resulta para muchos tan difícil como encontrar armonía estética en un lavarropa. Simplemente, no logran que una creación del hombre -como un buen amago futbolero- manejada por el hombre -como quien lleva la pelota al pie- los conmueva. Sólo ven máquinas donde otros aprecian vida. Desde este rincón se supone, entonces, que la fealdad tampoco les pulsará cuerda alguna.
La nueva Ferrari, en sociedad (Getty)
Afortunados en estos días aquellos cuya sensibilidad no abarca a los autos de Fórmula Uno. Son inmunes a las creaciones que McLaren, Ferrari, BMW, Renault, Williams y Toyota mostraron para la temporada 2009, surgidas del cambio reglamentario que impuso la Federación Internacional del Automóvil con el afán de que los Grandes Premios sean un muestrario de sobrepasos y emociones.
Las más taquilleras obras de acción que suele mostrar el cine cumplen con una premisa que la Fórmula Uno 2009 no respeta: los protagonistas son lindos. En la obra que se pretende montar aquí, los autos, que en el Campeonato Mundial se ven bastante más que los pilotos y juegan rol principal, son feos como los peores villanos. Deberá resultar muy bueno el guión para mantener la atención del público. A menudo, suele ser difusa la línea entre el suspenso y el terror.
Con alerones traseros mucho más angostos y altos, carenados despejados de tanto aditamento aerodinámico y spoilers más anchos que la trocha misma (que quede registrado como punto a favor el regreso de los neumáticos lisos), los autos parecen caricaturas de los anteriores. Mientras a los pilotos les preocupa la resistencia de las trompas cuando el pelotón se junte en la primera curva luego de la largada, a los ingenieros los desvela cómo conseguir mayor carga aerodinámica con restricciones para usar túneles de viento y probar en pista. De momento, creen haber logrado el nivel de rigidez necesario para que esos largos bigotes resistan las vibraciones del tránsito sobre los pianitos.
La FW31 tal como se la vio en su presentación (Getty)
Si entre las rarezas de la historia de la Fórmula Uno se recuerda al Tyrrell de seis ruedas (Williams construyó un modelo similar que jamás puso a correr), los nuevos coches transitan tan lejos de la beldad como aquel P34 que diseñó Derek Gardner. No horripilarán como el Brabham BT46B, el auto ventilador de 1978, pero provocan tantos frunces de ceño como el Hesketh 308 con el que apareció James Hunt, el Tyrrell 003 que Jackie Stewart llevó al título en 1971, el March 711 que tenía una bandeja como spoiler, la Ferrari F310 de altísimos laterales con la que Michael Schumacher completó su primer año en la Scuderia, el Tyrrell 025 al que en 1997 le añadieron alas sobre los pontones conocidas como ceniceros y el Williams FW26 con rara trompa que corrió en la mitad inicial de 2004.
La estrategia habitual cambiará este año. Los modelos que fueron austeramente mostrados en pista, sin más ceremonia ni pompa que destapándolos, en concordancia con la pretensión de reducir costos, no tendrán mayores modificaciones en el comienzo de la temporada. Con cambios reglamentarios tan radicales y poco tiempo de prácticas, los equipos apostarán por lo seguro. Y nada de presentar un auto básico -para que nadie copie ideas- e ir a la primera carrera con otro más elaborado.
Dejando las pretensiones estéticas sólo para cuando estaba detrás del volante, Juan Manuel Fangio solía referirse a la belleza de los autos de carrera con una sentencia que bien podrían adoptar los resultadistas. "Autos lindos son los que ganan", aseguraba el Chueco.
Ante los flamantes engendros, algunos se conforman con esperar a que los sentidos se acostumbren. Cuando eso ocurra, creen, ya no se notará la diferencia. Como si fuera posible habituarse a la mala poesía, aficionarse a pobres obras musicales. O quizá sí: al cabo, de tanto escuchar repeticiones en la radio se termina tarareando cualquier mediocre estribillo.

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